Perfilado infierno en el más alto de los cielos. |
De punto a punto rectilíneo. Andar de curvas, opciones y oportunidades de desembarco, la recta sólida, implacable, ruda y vieja, polilla y anti-polilla, humedad y lúgubre ambiente, de regimiento y soldado. La recta que no entiende de imprevisibles citas, aventuradas caminatas de improvisación, magia y rápida decisión y a su vez errores por doquier, humorísticos y trágicos errores y aciertos de andanza y Castilla plana, seca, amarilla, árida y de casquería manchega-leonesa. Recto, que aburrido, que previsible y que numérico y angosto `zulo´ de decisiones sin márgen de error y, por tanto sin éxito, arriesgar en la curva y ser feliz, equivocándose pero ser feliz, feo pero con la felicidad extraña, pobre y feliz del todo, el dinero viene y va, loco y exultante, extraño karma, adalid de alquimistas de mezclas de fusiones e infusiones de sofá, manta y zapatillas de `cuadritos´. Alquimistas de investigación, culos de malos asientos, incertidumbres con forma de esporas que vuelan a la espera de que el punto de partida sea el de salida en cuestión de centésimas de segundos hacia otro viaje curvo.
Vuelan en el viento las esporas de curiosidad y vuelven a girar en el viento de otoño.
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Carlos Valle