"Es posible que, víctima de la enajenación, llegue a decir que el mundo del diseño sea la decoración urbana, el fino arte de rubricar cada esquina y cada lugar. Allí donde mires el diseño viste tu calle, tu oficina, tu casa e incluso tu portarollos de papel higienico" Escribí en Facebook.

Fino arte, porque creo que merece esa distinción. Es la brisa de las palabras en la pared o en el cristal. Seguir montando tu cocina con los colores y las formas, describir tu entorno con las dispares ofertas que se dan en este campo.

Estos días estoy desarrollando un aspecto que tenía interiorizado pero, a la vez, oxidado: la innovación. Es un campo sin límites, y es como un cosquilleo estomacal, 'gargantil' y después cerebral por ver lo que sucede a continuación. Como un buen libro que no te deja dormir o una buena comida que te tumba en la sobremesa. En definitiva, la felicidad del que no duerme o come con placer porque esta completo hasta el momento.

Es imposible negarse a su juego, al de ir descubriendo paso a paso, bocado a bocado y sorbo a sorbo. Me esta invadiendo, y lo estoy notando, la enjenación que es productiva y buena, y aunque me cuesta afirmarlo... no me duele nada madrugar para venir a trabajar a donde quiero pese a las nefastas y más puntiagudas sensaciones del 'cese de las horas de jugar', sigo creyendo en la posibilidad de lo siguiente.

A menudo fantaseo con un contrato de becas, en el que trabajas doce horas, cobras cuatro cientos euros, te comes todos los marrones y si te quejas porque la bota de tu jefe te hace un poco de rozadura en el gaznate, te piras. En esas estamos en este país y a menudo que se acerca el punto final de esto que te cuento se me desvanece la sensación de enajenación por felicidad.

PD: he agarrado con ganas lo de escribir, otra vez y estoy esperando, desde ya, las siguientes endorfinas que ensuciaran y harán turvias mis ideas de lo ideal frente a lo real.

Soplo (el teclado) y resoplo (impaciente) He dejado alejado este blog y no me arrepiento. Me he tomado un tiempo para descansar, quizás demasiado. A decir verdad durante este tiempo no he tenido nada que contar y ahora, tampoco hay mucho que decir, aunque hay más que antes. Me aburrí de escribir porque se me acabaron las ideas.

Ahora entre montañas y montañas de trabajos, apuros, prisas y angustias saco un rato porque quiero, y porque ya va siendo hora de echarle tres en uno a la imaginación. Esto que escribo me esta costando mas de lo normal acabarlo. Supongo que esto debe ser como si dejaras de hacer deporte y de repente recuperaras las ganas, al principio costará y mañana seguramente tenga agujetas. Pero mañana tendré que volver a practicar.

Este es un comienzo de un punto y aparte. Siempre digo que cuando mejor me lo paso escribiendo es cuando no tengo ánimo de nada, ese día en el que estas soso, que no tienes gracia y que seguramente esto tampoco tenga sentido, ya que hoy es ese día. Un buen día, sin duda, para retomar viejas constumbres.

Esta historia podría ser un buen comienzo