He querido recuperar una de las cosas que escribí hace tiempo. No paro de leerla, no parece mía. La verdad es que verdaderamente me gusta.
Estar, sentir, ser. Propiedades fundamentales de la vida. Dejar de ser, dejar de sentir, dejar de estar. Teletransportarse, diluirse y desaparecer. También propiedades fundamentales. La multiplicación, la fisión o la fusión. Conocer, seducir. Ser nómadas, en otro o este tiempo, de un lado para para algun sitio sin parar. Contemplar la vida desde su extremo menos escentrico, tener bien presente la humildad de uno mismo para no parecer, de nuevo esa palabra, un osado incoherente y despota porfiero.
Como dijo Manolo García, que a su vez dijo la madre del gran Bob Dylan: "enl avida hay que dar cuartelillo porque todos estamos pelendo con ella" Cuanta razón en tan poco tiempo. En el monte, en el bosque, entre los árboles. A cielo cerrado, sin ver la luz del sol, no hace falta. Cerrar los ojos y dispararnos a la carrera, recorrer, disfrutar y sentir el aire que atraviesa la cara.
Después sentarse, pero nunca abrir los ojos para soñar, pensar, reflexionar y distanciarse de lo que te hace sufrir. Me da igual quien gobierne fuera, porque dentro todo lo que ocuerre lo controlo yo y nadie más. Es el descontrol controlado, el éxtasis, que no la dogra artificial, que provoca ese momento. Dejar de mirarse el ombligo. Pensar en los que cada día hacen que nuestra vida tenga ruedas para que sea más fácil.
Tratar de no abrir lo ojos y en caso de que sea estrictamente necesario irse haciendo a la idea, poco a poco, de que todo lo que hemos vivido era un sueño, que no ocurre en la realidad, que es, duramente dicho, mentira y que no existe. Y a pesar de lo que escribió Calderón de la Barca, "La vida es sueño", nada más era una obra de teatro, es decir ficción, como lo que acabas de leer.
Es así.
