Canciones de amor, versos que lloran. Se aburre el lápiz con el papel. Se distrae la mano con la palmada. Disimula la uña rascando. No es difícil diferenciar entre el pecado y la traición. Es complejo de explicar la situación cuando te envuelve, cuando te marca. Trayazos de pasiones y de sensaciones. El calor aprieta, brota la lágrima, cae la flor. Se despierta en mi el placer de ver el compromiso del amar. La difícil ciencia, la extraña física y la etérea química. Decidir y ser y después desaparecer.

Contar con los dedos de la mano, apuntar en el calendario, dibujar en la arena números, letras, signos y símbolos. Duermo, sueño estando despierto. El placer de unir bocas y entrelazar lenguas, rozarse, tocarse y estallar. La piel, como la de las gallinas dicen, de punta. Atrapar el aire y regalartelo y, con él, sus olores esteparios, indigenas, diversos. Los buenos y los malos. Saber que en esos olores habita el tuyo, dulce, aterciopelado y cariñoso y amable y generoso. Y volver a recordarlo.