Lamentos de medianoche

Se despierta pronto, con los ojos hinchados de no haber dormido nada. Abre la contraventana y la ciega el Sol de la mañana. Es aun muy jóven para atender a esas dos criaturas. Su cabeza, disputa con su corazón, las ansias de salir un día alli afuera, de luchar por sueños que tuvo que redimir. Siente que no esta viviendo su vida y quiere comenzar de nuevo. Todavía es una niña y y la oigo decir "No sé cuidarme yo, como para cuidar de mis... bueno ya sabes" Se ha equivocado, lo sabe, pero ya es tarde. El que dijo que la quería la deja ahora tirada en la cama. Sus caricias y abrazos eran de mentira. Tenía cara de ángel y por detras asomaba la cola del demonio. El momento, la pasión, el calor... no la hizo reflexionar a tiempo. Supo, quizás, que se equivocaba pero aquellos roces eran irresistibles.

Ahora tiene que despertar a Isabel para llevarla al colegio, Juan Carlos aun es muy pequeño para ir a clase. No sabe, ni quiere saberlo, que pasará cuando crezca éste. Siente rabia y alivio. Día a día los niños crecen y no solo es una carga sino una satisfacion que esta muy honda.

Es guapa, morena y con ojos oscuros. Su pelo es más bonito suelto que recogido, porque cuando lo luce al sol, éste le hace brillar aun más. Tiene la piel suave y delicada. Las piernas largas y le quedan mejor los tacones. Sus manos siempre protegidas o con un cigarrillo, anillos en los dedos, pulseras en las muñecas. Los dientes la brillan, los ojos la brillan, la nariz perfecta y las sonrisas suyas son la mejor recompensa. El pelo la llega hasta la mitad de la espalda. La piel morena. El humor, a pesar de todo, agradable.

El recorrido de su vida es de su casa al colegio, del colegio a su trabajo, de su trabajo al colegio y del colegio a casa. De noche llega destrozada, cansada, agotada. No sabe que va a ser de ella. Oigo sus lamentos todas las noches, vivo a lado. Llora y maldice al hijo de puta del padre maleducado e irresponsable y vuelve a llorar. Son sus lamentos de medianoche.

No me atrevo a decirla nada. Nunca la diré nada, ni si quiera podré querer tanto a una persona y siempre seré su psico-vecino. El que la escucha todas las noches, hasta que la oye y duerme...

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