Si tu sabes que la vida esta para
contarse, ¿Porque no la cuentas? Tócala con la yema de los dedos,
disfrútala, ódiala, siéntela, desgránala, fracciónala y vuélvela
a unir. Es tan corta. Estaba muy bien años atrás, sentía que era
cosa de niños, notaba que era jugar, divertirse, distraerse y la
vida contemplativa era lo que más me atraía. Era desconocer lo que
ahora conozco, estar, ser, si, asomarse a un vacío que une la otra
llanura con un listón de milímetros de ancho.
Si tu sabes que el amor esta para
contarse ¿Porque no lo cuentas? He querido a tantas chicas que me
han mandado, patada en el culo mediante, al otro lado del espejo de
la realidad paralela que separa mi mente del dolor que hace un
rasponazo al fondo de las escaleras. Si, recuerdo a tres
concretamente, en realidad una me dio la patada sin miramientos, otra
probó y me dediqué a mirar a través de ella durante un tiempo y
sencillamente no supe nada más de ella y por la última, ni si
quiera pregunté. Y entre tanto, más. Estaba muy bien porque me
dedicaba a sentir cosas de «Romeos
y Julietas», notaba que
era jugar, divertirse, distraerse y la vida con endorfinas era más
placentera que la vida contemplativa, y sumando las dos, aquello era
un paraíso.
Si tu sabes que es la ensoñación, la
mirada distraída, la cara amable ¿Porque no lo cuentas? He sido de
mirada distraída y creo que lo sigo siendo. Por eso llevo, o
debiera, llevar gafas para conducir, ir al cine y ver la televisión
o la pantalla del ordenador que ahora mismo veo. «¡Vaya!
¿Las gafas?» No se, creo que
debieras escribir cosas como estas. Contar lo que ves, sin otro tipo
de distracción, escuchar una canción que te transmita y sentir
cosas de «Radiohead o Coldplay», notar que las notas puedes tocarlas,
dibujarlas a mano alzada en un pentagrama imaginario, divertirse
entre sostenidos y bemoles, distraerse en la mirada.
Si tu sabes que contar escribiendo es lo que te gusta, lo que te atrae, lo que te hace desaparecer de este mundo tan hijo de puta, ¿Porque no lo cuentas? Echar este rato, a las teclas ha sido el «Psssshhhh» de la válvula de escape de la olla a presión. El «Psssshhhh» del pinchazo de la goma trasera del aislante de la quinta luna del firmamento de mi coche. El «Psssshhhh» del tercer engranaje hidráulico de la cuarta puerta del primer autobús que sale de cocheras. El «Psssshhhh» maleducado que hago ahora y no se lee, si se intuye y no se debe hacer para decirte que te pases cuando quieras. 24h365.
Escuchaba
Creep de RadioHead (En acústico)
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