Reventado como un tomate en la carretera. Roto como los cristales que rajan los niños al jugar. Caído como la criatura que anda por primera vez. Destrozado como la basura triturada dentro del camión. Llorón como un bebé. Respiro por qué es automático. Mi corazón late por qué ya lo sabe hacer solo. Me caído.

Hay que levantarse. No queda más. En los momentos crudos de la vida los amigos y la familia son los únicos que te van a ayudar a cocer ese momento para que salga a punto. Y para que tampoco se queme. De peores hemos salido, pienso para mí. Viejos fantasmas han recorrido hoy mi cabeza y han zarandeado de arriba a abajo mi estructura.

A cada uno su problema le parece un infierno, un caos sin solución. Pueden ser de lo mas tontas para unos pero al que realmente le afecta no le parece una tonteria sino algo más serio. Hasta hace poco animaba yo a una amiga, ahora es ella la que me anima a mi. No solo ella hace eco sino más gente. Me dice otro amigo que la vida es esto: alegrias, decepciones, momentos de euforias o barras de bar vacías. Creo que esta en lo cierto, al final la vida es eso. Nada más.

Suelo asociar los estados de ánimos a canciones y como me dice otro amigo, "soy así, que le voy a hacer." Valor tienen de aguantar mis pataletas, berrinches y problemas. Mikel Eentxu una vez escribió una canion que se titulaba "Amigos de guardia."

"Cuando la vida tira a matar hay amigos de guardia que saben frenar esas balas que tu no puede parar"

Gracias otra vez.